miércoles, 4 de septiembre de 2013

Capítulo 3: Enterrado en mi alma

Despierta – y sentí que caía líquido encima de mi cara. Mara decidió despertarme tirándome un vaso de agua. Funcionó.
-       Que bella forma de despertar – mentí.
-       Lo sé, soy una genia – dijo con orgullo.
Tomé una ducha y me dirigí al ropero. Una camisa blanca mangas cortas y una pollera negra. Mis Oxford no podían faltar. Luego de desayunar un café – como todas las mañanas – nos dirigimos al patio. Yo llevaba un libro conmigo. Todo sucedía en París y él se había enamorado de la joven del saco rojo. En mi opinión, se enamoró demasiado rápido. Una cosa es estar junto a una persona que no conoces demasiado – como yo y Jamie. Pero yo a él no lo amo, simplemente le tomé cariño. Yo no sé lo que es amar y probablemente nunca lo sepa. ¿Cómo se puede sentir algo que no sabes cómo se siente y si lo sientes como sabes que es amor? Es complicado. De cualquier manera, el libro me gustaba. Estaba bien escrito y me atrapaba a leer más y más.
-       Que lindo collar – escuché y aparté mi libro.
-       Me lo regaló Jamie anoche.
-       Wow, recién lo conoces y sabe bastante de ti. Eso da un poco de miedo.
-       Nunca lo había visto de esa manera – hice una larga pausa – pero no me preocupa. Es mi guardián, debe saber de mi.
-       Buen punto.
Y al parecer es así. Cuando hablas con alguien de cierta persona, esa persona aparece. Traía unos pantalones apretados color negro – un poco rasgados – y una remera de Starbucks. Nunca lo había visto tan informal y le quedaba muy bien. Me hacía reír verlo con un corrito verde. Nunca había notado que tenía el pelo mas o menos largo. Casi le llegaba a los hombros. Pensé que se acercaría a nosotras pero – al parecer – no le gustaba molestar. Estaba escuchando música, me pregunto ¿qué música le gusta? Mara se levantó del suelo y saludó. Tenía clases de natación al mediodía y estaba ansiosa. Luego de saludarla, caminé hacia Jamie y le quité un auricular. “Lights will guide you home, and ignite your bones and I will try to fix you” – oí y me morí de ternura.
-       Me gusta la música vieja de Coldplay – admití – sobretodo esa canción.
-       A mí también – contestó.
Nos quedamos escuchando música como una hora sin hablar entre nosotros. Coldplay, Keane, The Cure, Queen, Bon Jovi, Aerosmith eran algunas bandas que sonaban en su reproductor. Me encantaba.
-       Tengo ganas de comer helado – rompió el hielo - ¿vamos?
-       El helado siempre es bienvenido – respondí levantándome del suelo.
Caminamos cuatro cuadras y llegamos a la heladería. El pidió helado de almendra y limón. Yo elegí chocolate y frutilla, era un poco más clásica en gustos de helado. Salimos afuera y nos sentamos en unas sillas frente a frente. Comenzó a contar chistes y no dejaba de reírme. No sé porqué pero le metí su helado en la nariz. Me reí y giré en busca de una servilleta para limpiarle. Cuando volví a girar me encontré con sus labios en los míos. Sabía a limón y yo a chocolate. Coloqué mi mano en su pecho y lo aparté un poco de mi riendo.
-       ¿Hice algo mal? – preguntó un poco preocupado.
-       Para nada pero cuando como helado, como helado. Nadie debe interrumpir eso – dije sarcásticamente pero él pensó que lo decía enserio.
Tenía ganas de conocerlo más antes de seguir así. Quería tener sentimientos reales por él, de esos que te hacen mirar a una persona como hipnotizada  y sentís que podes estar toda tu vida así. No estoy diciendo que mis sentimientos por el no son reales sino que son nuevos y me hacen dudar. Parece una persona bastante interesante y me muero por saber más. Tal vez me apresuré por actuar de aquella manera anoche. Yo lo llamo “impulso”. Suelo actuar gracias a él y luego me arrepiento. De esto no me arrepiento y espero no cambiar de opinión.
Eran casi las doce del mediodía y no tenía nada de hambre. Con Jamie decidimos no almorzar junto a los demás. En cambio, fuimos a alquilar disfraces. Este viernes mamá iba a organizar una fiesta de despedida. La verdad es que no dejé que Jamie me viera con el disfraz puesto. Esa noche quería sorprender. El se probó muchos trajes pero tampoco quiso decirme por cual se decidió.  Por más que le insistí, no me quiso decir. El era testarudo.
-       ¿Vamos de paseo?
-       Yo creo que es hora de darle una alegría a Max – dijo y tenía razón.
Buscamos a Maxi y le colocamos la correa. Claramente, estaba contento. Jamie insistió en llevarlo él y la verdad es que no le rogué demasiado para que hiciera lo contrario. Cuando Max se emociona o ve a otro perro comienza a correr y es de lo peor. Debí saberlo, con el se quedaba quieto. Al parecer solo se alborota cuando está conmigo. Dimos como ocho vueltas alrededor del parque. Jamie comenzó a correr con Max así le hacía gastar energía más rápido. Corrí detrás de ellos y terminé gritando “¡PIEDAD!”.
-       ¿Es que no pueden correr como persona normal?
-       Ni que fuera un alien o algo parecido – rió.
-       Vayamos despacio, así me gusta.
-       Si, lo noté – hizo una pausa – es cierto, es más “seguro”.
Seguramente se refería a mi nueva actitud pero no me importaba demasiado. Estoy segura que cualquier chica en mi lugar se le habría lanzado pero yo no. En primer lugar no lo conocía bien y en segundo lugar, jamás había estado con una persona de esa manera y no planeaba hacerlo sin sentimientos. Para mí no es una cosa que se debe quitar del camino, para mi es importante. No sabía si Jamie sería el indicado pero de todos modos ¿Qué hago pensando en esto? No sucederá y mucho menos ahora. Tal vez el está acostumbrado a trabajar con chicas fáciles pero yo no estaba dispuesta a participar de ese juego. Las reglas eran diferente esta vez y era yo quien las establecía. Estaba orgullosa de mi decisión y no dejaría que nadie pusiera sus pensamientos en mi mente.
-       ¿Hello?¿te encuentras en un mundo paralelo o qué? – dijo al notar que estaba perdida en sus ojos azules.
-       No, no – dije alejando mi brazo del suyo y colocándolo en mi cadera – Solo estoy pensando que todo esto es raro.
-       Tiene sentido pero ¿sabes qué? Nada es normal en este mundo.
-       Esa es tu opinión.
-       Y tengo razón – volvió a pensar – siempre tengo razón.
-       Cretino… - susurré.
-       ¿Dijiste algo?
-       Eres un cretino – dije y reí.
-       Soy un cretino carismático y sé que te agrada – dijo orgulloso.
-       ¿Puedo hacerte una pregunta?
-       Siempre.
-       ¿Hay algo más que no sepa sobre todo lo que está sucediendo?
-       Es todo muy complejo Lily, además no sé qué es lo que sabes.
-       Olvídalo, no sé para que pregunté, jamás das respuestas concretas – dije bajando los hombros, dándome por vencida.
-       Te prometo que todas tus dudas se acabaran con el tiempo.
-       No suena muy prometedor – contesté y saqué mi celular.
-       Mi mejor amigo quiere verme, está en casa ¿vamos?
-       Si, si no queda otra… - dijo y le golpee en broma el hombro.
Una vez que llegué a casa Julián se acercó a mí. Me dijo que no podía creer que me iba a ir y que no se perdería por nada del mundo la fiesta de este sábado. Verlo así me conmovió sobretodo porque solía tener fuertes sentimientos por él. No sé en qué pensaba porque claramente el jamás pensó en mi de esa forma y no lo culpo, creo que nadie en su lugar lo haría. Jamás fui la linda chica que conquista a quien le gusta. Siempre fui con quien él se reía y nada más. A la acción la hace una y al crédito se lo lleva otra. Siempre es así. “Yo sequé tus lágrimas pero compartes tus alegrías con quien te vio caer y se rió”. Me rechazó una vez y no soy lo suficientemente estúpida como para arriesgarme otra vez. Creo que las cosas pasan por algo y – ciertamente – es mejor así. No tengo ganas ni tiempo de deprimirme, no ahora.
-       Estoy feliz por ti – dije al enterarme que vendría con su nueva novia al baile.
-       No es así, se que no lo dices enserio.
-       Déjame decirte algo. Yo quise empezar una historia contigo y tú no, eso no impide que continúe con mi vida o que comience el capítulo con alguien más – dije – Y deja de hacerte la víctima aquí porque si yo que estuve herida puedo aceptar esto, lo mínimo que debes hacer es comportarte como un hombre y actuar como si no te importara.
-       No todos los hombres pensamos así – dijo – a mi me importa que estés bien.
-       Solo te pido que actúes como todos los hombres a los que conozco – hice una pausa – Mira, tal vez me expresé mal y lo entiendo. Lo lamento. Simplemente no tengo tiempo ni ganas de deprimirme por esto. Me alegro de que estés feliz pero también merezco hacer mi duelo en paz. Recuerda que los sueños que destruiste me pertenecían a mí.
-       Está bien. Mejor no vengo con ella.
-       No, hazlo. La verdad me hace más fuerte. Ahora, si no te molesta, debo volver a lo mío.
Al decir eso caminé a mi habitación y comencé a escribir en mi nuevo blog anónimo. “El amor y la ley de Murphy deben ir de la mano ¿verdad?” usé como título. Escribí un largo texto sobre el porqué no debería enamorarme de alguien nunca. Y tal vez a Laurene no le haría falta la maldición para asegurarse de que yo no conociera el amor. Yo ya hago bastante trabajo porque eso pase.
No tenía muchas ganas de hablar, quería estar sola. Puse la música al máximo y me coloqué los auriculares para no escuchar mis pensamientos. Desgraciadamente, no funcionó. Odiaba lo que había sucedido porque yo le quería enserio y para mí era uno de los sentimientos más reales que había tenido pero no fue correspondido. Duele. Quería creer que el amor y las almas gemelas eran un mito y nada más. Después de todo, ¿Cuántas personas pueden decir que les fue bien en ese tema? O capaz el universo estaba en contra mío y yo era a la única que le iba a mal pero es poco probable. Apagué la música e intenté abrir la puerta. Cuando salí de mi habitación me choqué con Jamie.
-       ¡Wow! – exclamó – ni que estuviésemos conectados.
-       Lo dudo
-       ¿Estás bien?
-       Si – mentí. No quería contarle de Julián, no tenía sentido.
La verdad es que si hablaba de Julián con el sería como arruinar lo que podría ser el primer capítulo de una nueva aventura y no quería eso. Julián tiene que ser como un capítulo enterrado. Eso no quiere decir que no pueda ser su amiga, sólo tengo que pensar como serlo. Me muero por hacer el papel perfecto de hija, amiga, persona y siento que tengo menos tiempo para ser realmente yo. No aguanté más y lo abracé. Tal vez Jamie era el hombro en el cual llorar.

                                                                                                                              

1 comentario:

¡Muchas Gracias por leer mi blog!