miércoles, 4 de septiembre de 2013

Capítulo 2: Feliz Cumpleaños

Fue de esas noches en las que - aparentemente – no se sueña nada. Tenía ganas de dormir por lo que me daba vuelta cambiando posiciones hasta encontrar una en la que sentirme cómoda pero me dolía la espalda y todo me incomodaba. No pude dormir, por lo que decidí levantarme y darme una ducha. Elegí usar un vestido bordó que mamá me había regalado para celebrar la Noche buena del año anterior. Abrí el armario y busqué mis zapatos favoritos que eran unos Oxford que papá compró en Estados Unidos hace unos años cuando viajó por trabajo. Papá era doctor y me gustaba eso. Siempre ayudaba a las personas a estar mejor. A mí también me gusta ayudar a las personas pero de otra manera. La sangre me impresiona y creo que jamás podría ser doctora. Papá me dijo que a el tampoco le gustaba la sangre y esas cosas pero que con el tiempo se acostumbró. De todas maneras, la medicina no es mi primera opción, de hecho, ni siquiera es una opción en mi lista. Siempre quise escribir un libro pero siento que todavía me faltan muchas experiencias por vivir – además de que la “gran idea” no llegó aún.
Desayuné un tostado y un café con dos cucharaditas de azúcar. Me sorprendió no ver a Jamie acompañándonos pero no quise darle una pista – a mamá – de que me interesaba. Terminé de comer, levanté las tazas y platos para después salir al patio. Jamie estaba hablando con el guardián de mamá y se estaba riendo. “Tal vez el se habría despertado antes” – pensé. Logró verme oliendo las flores del jardín y se acercó a mí.
-       Buenos días – dijo - ¿Cómo te despertaste?
-       Bien, ya desayuné – hice una pausa – me sorprendió no verte ahí.
-       Soy de esas personas que no desayunan – comentó.
-       ¿Qué? ¡El desayuno es el alimento más importante del día!
-       Sé que es cierto pero por la mañana, cuando me levanto, no me dan ganas de comer. Sólo desayuno cuando estoy en casa de mamá. Ella hace un desayuno riquísimo con facturas caseras. Una madre siempre sabe cómo ganarse el corazón de su hijo – dijo con orgullo y me pareció tierno.
-       La quieres mucho ¿verdad?
-       Cuido de mí cuando papá trabajaba. Yo se que en tu caso fue al revés y que tu gran compañero de vida fue tu papá. Mamá ocupó ese lugar en mi caso.
-       Me gusta como hablas de ella. Estás orgulloso.
-       Así debe ser ¿O me equivoco? – asentí.
-       ¿Fue difícil crecer si ver seguido a tu papá?
-       Un poco –admitió – pero siempre hacíamos video llamadas y nos veíamos.
-       Eso es lindo.
-       Eso vas a hacer con tu madre durante los próximos meses.
-       Va a ser difícil… - comenté.
-       Siempre lo es – hizo una pausa – pero estoy segura de que puedes hacerlo.
-       Gracias – sonreí.
Hasta ahora él no me dijo más que palabras bonitas y de consuelo. Me pregunto si será siempre así. Mi tía Maggie me dijo que los hombres son siempre así en un principio pero finalmente terminas por conocerlos y - por lo general - te decepcionan. Puede que sea cierto pero no creo que sólo se aplique a los hombres. Las mujeres también podemos ser demasiado molestas.
Sujetó la guitarra de mamá, se sentó y tocó un par de acordes. No sé muy bien que estaba tocando pero era agradable al oído. Papá me había enseñado a tocar algunos acordes, los suficientes como para componer un par de temas. Me gustaba tocar guitarra, era otra de las pocas cosas que me tranquilizaban. Me gustaban mucho los instrumentos, era buena tocando guitarra, bajo y batería invisible. Jamie comenzó a cantar una canción que no conocía pero era hermosa. Me gustaba su voz y sobretodo su acento británico. Era hermoso.
-       Te he visto antes – lo interrumpí – en mis sueños…pero cada vez que despertaba, tu cara se volvía borrosa.
-       ¿Por qué dices que soy yo?
-       Me di cuenta cuando te vi por primera vez. A ese rostro ya lo había visto antes.
-       Espero que esos sueños sean lindos. No me gustaría que me confundieras con alguno de los ladrones de tu sueño – rió.
-       Por supuesto que no pero tampoco eres un príncipe azul en mis sueños. Lo normal ¿sabes?
Si supiera… Suelo soñar que estoy con él riendo, cocinando, bailando el vals. A veces siento que me canta y no siento vergüenza de escuchar lo que tiene para decir. Cuando me besó aquella vez no fue un simple beso. Una parte de mi sintió algo porque aunque no lo conozco, si lo hago.
La pasé muy lindo pero me sorprendió que nadie recordase mi cumpleaños número diecinueve. Las últimas cinco horas él me ignoró por completo y no entendí porqué. Estuve encerrada en mi cuarto escuchando música con los auriculares puestos. Un poco de rock suave me calmaba. Decidí que no iba a pasar mi cumpleaños así. ¡Debía disfrutarlo! Tomé una ducha y elegí un pantalón de cuero y mi remera de The Cure. Mis botas no podían faltar, eran parte de mi estilo. Me pinté un poco resaltando mis pestañas y pinté mis uñas de negro. “Pareces una muerta” oí la voz de mamá en mi mente y reí. “una muerta con onda” pensé. Busqué mi billetera y caminé a mi restaurant favorito “Bistro bar”. Tenía la mejor comida, eso no era duda. Siempre que salía afuera me gustaba pedir pastas rellenas. No hay nada más rico que pastas caseras hechas por alguien que si sabe cocinar. Amaba a mamá pero nunca hacía comida casera – excepto pizza.
Al legar oí a mi familia y amigos cercanos gritar “Feliz Cumple”. Lo gracioso fue que todos estaban vestidos formalmente y yo no. Me sentía un poco colgada pero no me importó. Luego de saludar a Mara, Jenn, Nay y Shay, alguien reposó su mano en mi hombro. Giré para ver quién era y ahí estaba él, vestido de traje. Se veía muy apuesto – debo admitir. Me miró a los ojos durante unos segundos y no pude despegarme de él. El azul de sus ojos hipnotizaba y creo que él lo sabía.
-       Feliz Cumpleaños – dijo - ¿Quieres alejarte de la fiesta un segundo? – susurró en mi oído y asentí.
Sujetó mi mano derecha y me llevó al patio del local. Me di vuelta al sentir copas caer al piso. En cuanto me di cuenta, Jamie me estaba colocando una cadenita de plata que tenía un diamante pequeño color celeste.
-       Oh Jamie, no tenías porqué – repliqué.
-       Quise hacerlo – respondió – sé que es tu color favorito desde siempre.
-       Me encanta – dije y lo abracé.
De repente vi fuegos artificiales en el cielo.
-       ¡Qué hermosa noche! – exclamé.
-       Si, lo eres – dijo y noté lo que dijo segundos después.

Me miraba y tuve el impulso de también hacerlo. Decididamente, lo hice. Colocó su mano en mi rostro y miro mis labios.
-       ¡Prima! ¡Debemos pedir la comida!
Sujeté el brazo de Jamie y nos dirigimos dentro del restaurant. Pedí ravioles de ricota con mucha salsa y queso. La mayoría de los invitados comieron carne al horno con papas o pollo con ensalada. Para mi desgracia, él, estaba sentado en la otra punta de la mesa pero las miradas iluminaron aquella noche incluso más que las luces del restaurant. Comenzaba a ponerme roja como un tomate – o al menos eso creía. Al finalizar la cena, nos dividimos en grupos y volvimos a casa. Jenn, Nay y Shay saldrían a bailar. Mara prefirió ir a casa conmigo a leer el libro que le había prestado mamá. Mamá condujo a casa. A su lado se sentó Bill, su guardían. Atrás íbamos Jamie, Mara y yo.
Llegamos a casa y decidí ir a la habitación a leer un poco.
-       ¿Es joda? – dijo Mara – es la noche de tu cumpleaños y hay alguien que está dispuesto a pasar un rato contigo ¿y tú lo desperdicias estando en tu cuarto?
-       Hay algo que debo hacer… - respondí y me escapé de mi pieza sin hacer demasiado alboroto.
Llegué al patio, donde estaba Jamie fumando un cigarrillo. Al verme lo apagó.
-       Pensé que ibas a hablar con tu amiga.
-       Tenía otros planes – dije y lo besé.
Colocó sus brazos alrededor de mi cintura y juro que quise que esos segundos fuesen eternos. Alejé mi rostro un poco y reí. El me siguió la corriente. Mara – que estaba en la habitación – decidió poner un cd a todo volumen. Y escuchamos “Lovesong” de The Cure por Adele. Volví a reir mirando al suelo y él me ofreció su mano. Noté que quería bailar y eso hicimos. Me di cuenta que esto era incluso mejor que mis sueños porque era real. Besé sus labios una vez más y me acerqué a la puerta de mi habitación. Una vez allí volví a saludarlo con la mano y entré. Mara bajó el volumen de la música y se sentó en el sofá.
-       Ahora sí que tu cumpleaños será inolvidable – comentó.

Aunque no habíamos hablado de él, ella sabía. Con tan sólo mirarla ella sabe en lo que estoy pensando, es así con nosotras. Nos conocemos hace demasiado tiempo y sabemos cómo somos a la perfección. Me vio e instantáneamente notó que él me interesaba.

Le conté que iría de vacaciones a Europa con Jamie y viviría unos meses en Londres. Decidimos que hablaríamos por skype varias veces al día.
Apagué la luz y me acosté. No podía dejar de sonreír pensando en todas las cosas que habían sucedido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas Gracias por leer mi blog!