miércoles, 4 de septiembre de 2013

Capítulo 1: Todo está bien

Entramos al baño y buscamos el kit de emergencias. No sé porqué John era tan exagerado pero no me importó. El sólo quería curarme.
-       Jamie ¿Puedo preguntarte algo?
-       Lo que sea – afirmó.
-       ¿Por qué querían hacerme daño? ¿Quién “se ha ido”?
-       Son demasiadas preguntas – respondió sin siquiera mirarme.
-       ¡Por favor! Sé que sabes las respuestas.
-       Mira, es demasiado complicado. Esto tiene que ver con tus padres y creo que será mejor que lo hables con tu mamá. Yo no soy el indicado.
-       Perfecto, entonces iré tras ella – dije apartando mi brazo de él.
-       Espera – sujeto mi mano – deja que descanse. No fue fácil atacarlos.
-       ¡Dímelo a mí! – miré hacia mi derecha.
-       Es diferente. Tú te desmayaste y luego dormiste por más de cinco horas – lo ignoré porque por más que él era guardián quería olvidarme del hecho de que el si sabía lo que era atacar a alguien.
Quería alejarme de él porque de algún modo no me decía las cosas. Si bien no era el indicado podría haber convencido a mamá de decirme lo que me oculta. Pero el sujetó mi mano y me llevó hacia el patio. Nos sentamos en un banco que había frente a las rosas rojas.
-       No comprendo – solté sin más.
-       ¿Qué no entiendes?
-       Esto – dije señalándonos - ¿Qué somos? Y ¿Cómo es que sólo te vi en mis sueños y no sé nada de ti? ¿por qué me siento segura a tu lado?
-       Cuando se supone que algo debe suceder, sucede. No hay explicaciones que la razón entienda. Yo sé mucho de ti.
-       Eres mi guardián, por supuesto que sabes de mí.
-       Quizá por eso te sientes segura.
-       No. Debe haber algo más.
-       Tal vez buscas algo que no existe.
-       Sé que las cosas son como yo digo – dije y rió - ¿Qué?
-       No puedes aceptar que las cosas no son siempre como tú piensas ¿verdad? Creo que tendrías que dejarte llevar un poco y no ser tan estructurada.
-       Para ti es fácil decirlo, siempre tan igual tu.
-       ¿No era que no me conocías? – rió.
-       Por el tiempo en que te conozco ha sido así – respondí.
-       No importa. Me agradas – dijo colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja.
Su cara se veía demasiado angelical como para ser cierta. Tenía ganas de tocar su rostro para comprobar que fuese real pero no quería hacer otro numerito.
-       De pronto me vuelvo importante como para tener cuatro guardianes ¡Mi dios!  - exclamé.
-       No es así.
-       ¿Y cómo es?
-       Nunca fuiste importante.
-       ¿Perdón? – dije casi ofendida.
-       No, a lo que me refiero es que ya naciste siendo importante.
-       ¿Por qué?
-       Tu padre es… -dijo y fue interrumpido por mamá.
-       Cariño, podemos hablar.
-       Desde luego Coelho – acepté.
Me gustaba decirle así a mamá. Llamarla por el apellido me divertía.
-       Debo confesar algo – dijo y la interrumpí.
-       Si, lo sé. Es evidente que hay algo que no dices.
-       ¿Recuerdas el cuento que te contaba cuando eras pequeña?
-       ¿Cuál de todos?
-       Aquel de que las personas solo se enamoraban una vez, a veces no funcionaba.. Se acercaban a otras personas en busca de cariño pero de alguna manera nunca era igual a la primera vez.
-       Si, lo recuerdo.
-       Pues, ese sentimiento es muy difícil de encontrar. La sensación de algo que sucede una vez en la vida es algo que se va con el tiempo excepto en el amor. Cuando hablamos de este tema sé que es así. Tú te enamoras una vez y no es que al día siguiente ya no estás enamorado. Sigues enamorado y tal vez más que nunca.
-       Nunca lo había visto de esa forma.
-       Eso es porque aún no sabes lo que es el amor.
-       ¿Qué tiene que ver esto con lo que me tienes que decir?
-       Las personas tienen celos y hacen cosas malas, cariño. Tu papá tenía una amiga llamada Laurene que estaba completamente enamorada de él pero tu padre jamás sintió nada por ella. Cuando supo que papá y yo nos casaríamos nos lanzó una maldición. Dijo que jamás quedaría embarazada y jamás tendríamos algo que fuese nuestro. A papá y a mí no nos importo porque si teníamos algo que era nuestro y es el amor que nos teníamos el uno al otro. Decidimos que queríamos amar más y se nos ocurrió ser padres. Lo deseamos con tantas ganas y luego de diez años, te adoptamos. Laurene se dio cuenta de que aunque no eras nuestra hija biológica te queríamos igual o más que si fueras propia. No quiso aceptarlo y dijo que impediría que tú te enamoraras. Con papá juramos que no dejaríamos que alguien te hiciera daño. Todo este tiempo tuviste guardianes sin saberlo. Papá falleció y hace poco falleció uno de tus guardianes. Me recomendaron un guardián inglés, el hijo de tu guardián anterior. Ahora que eres grande tienes la oportunidad de enamorarte y no quiero que ella te la quite. Hija, debes irte.
-       ¿A dónde? – hice una pausa – espera, ¿por qué?
-       Quiero darte la oportunidad de amar. Tu doble vendrá en estos días a casa y se quedara fingiendo ser tú. Tú te irás con John de viaje a Europa y luego de unas merecidas vacaciones, vivirás con su familia en Londres.
-       No puedo decir que no ¿verdad?
-       Sé que el cuidará de ti hija.
-       ¿Cómo lo sabes?
-       Te sientes segura junto a él ¿no es así? – lo pensé y dije algo que jamás pensé que diría en voz alta.
-       Te voy a extrañar.
-       Yo también. Sólo espero que entiendas que lo hago por ti.
-       Lo entiendo y te lo agradezco.
-       Laurene está enferma y va a morir pronto pero su maldad es tanta que no le importa su condición sino cumplir con su trabajo. Prometo que no estarás afuera por demasiado tiempo pero pensaras lo contrario.
-       Está bien ma, lo entiendo.
-       Me dijiste ma – dijo y me abrazó y luego me distancié – ma…¿Quién se ha ido?
-       Will, tu guardián.
-       ¿Por qué me atacaron?
-       ¡Quieren hacerte daño hija! ¿Acaso no lo entiendes? Ellos saben que estás en edad de nuevas experiencias. ¡Tienes casi diecinueve años!¡Dios! – dijo alterada – Perdón, no quiero que me veas así e inevitablemente fallo. Todo este tiempo me mantuve fuerte por las dos, ahora es tu turno de hacerlo.
-       Lo haré ma, lo prometo – dije sujetando su dedo meñique con el mío.
Salí de su cuarto y caminé lentamente hacia Jamie – o al menos eso intenté. Lo próximo que recuerdo fue que me sentía mareada. Desperté segundos más tarde en brazos de él.
-       Debes comer algo salado, toma – dijo y me acercó un paquete de papas fritas.
-       Delicioso – repliqué – no me arrepiento de haberme desmayado.
-       Debes tener cuidado Lily, debes hacerlo.
-       Si tú lo dices, Sherlock, debe ser cierto – reí.
Me puse de pie y también el. Colocó su brazo alrededor de mis hombros y nos dirigimos al patio. “Debes tomar aire fresco” demandó. Sólo hice caso, no tenía fuerzas para contradecirle. Hoy, luego de mucho tiempo, me sentía débil. Me sentía frágil, como cuando falleció papá. Tenía la necesidad de llorar pero – a diferencia de aquella vez – esta vez no sabía porque. Sin más me di vuelta y coloqué mis brazos alrededor de su cuello.

-       Abrásame – susurré en su oído – lo necesito – agregué.
-       Sus deseos son órdenes, madame.
Me gustaba la manera en que me respondía. Sus palabras tenían cierta picardía que extrañaba oír. Aunque no sabía nada de él, estaba segura de algo, el era sensato. Sé que me va a dar las respuestas que necesito.
-       ¿Qué sabes de mí? – pregunté.
-       No lo sé…-mintió.
-       ¡Vamos! No intentes eso conmigo, dime algo que sepas de mi.
-       Sé que odias dormir boca arriba porque temes no poder respirar bien. Sé que en tus pesadillas hay hombres con armas. Se que…
-       ¿Sólo cosas malas sabes de mí? ¡Dame una pista de lo bueno! – exclamé.
-       Sé que los detalles significan mucho para ti. Es por eso que – dijo y cortó una rosa roja para entregarme – Agárrala con cuidado, no quiero que te claves una espina.
-       No tengo miedo a que eso suceda.
-       Nadie le teme a eso – respondió.
-       No lo digo por eso…
-       ¿entonces?
-       Sé que si algo me sucede no estarás tranquilo hasta que se solucione – sonrió.
Y me recordó a lo que sentí cuando lo vi por primera vez. Juro haber visto el más bello ángel de todos. Un ángel que - después de todo lo sucedido - me hizo tener fe. No sé porqué – ni mucho menos porqué ahora – pero le quiero. ¿Se puede tener cariño hacia algo o alguien en cuestión de segundos? Es como cuando te regalan un cachorrito, ya sientes la necesidad de protegerlo y lo haces porque le quieres. Yo tengo a Max y jamás dejaría que le hicieran daño. Tantas noches corrí al jardín – luego de terribles pesadillas – para asegurarme de que estaba bien. Creo que siempre fui un tanto pesimista – aunque a veces me gustaba creer que se trataba de una diferente actitud, para mí se trataba de ser realista.
Siempre quise ser más que una persona en el mundo. Quise pensar que tenía que ser algo más allá de serlo. Es decir, “soy una persona y me gusta aquello pero eso no me define. Estoy aquí por algo más”. Tengo más de un solo propósito en esta vida. No está de más aclarar que aún no se cual es ese propósito. Mi prima dice que uno lo descubre segundos antes de morir. Me gustaría que no fuese así.
La rosa olía riquísimo. El guardián de mamá le pidió hablar a Jamie, por lo tanto me alejé. Busqué mi diario personal y coloqué la rosa entre las hojas. De esa manera se perdería entre aquellas palabras que escribí y escribiré pero podría encontrarla en ese lugar seguro, tan seguro como mi alma. No siempre fui de esas personas que dicen lo que piensan, por momentos las cosas quedaban dentro de mi mente. Luego me desenvolví un poco y comencé a escribir. Me calmaba y – sorprendentemente – lo sigue haciendo. Otra de mis cosas sagradas – además de mi diario – es mi portátil. En ella escribo novelas que raramente finalizo. Mamá suele decir que vivo en la computadora pero a veces es en los únicos lugares en donde verdaderamente soy yo. La timidez no existe y no hay nada que me separe de lo demás. Sentí un ruido detrás, era Jamie ingresando a la habitación. Se paró detrás de mí y reposó su mano en mi hombro derecho mientras yo guardaba mi diario en el segundo cajón del escritorio. Me senté en la cama y él se agachó frente a mí.
-       ¿Estás mejor? – preguntó preocupado.
-       Afirmativo.
-       ¿Te cuento?
-       ¿Qué cosa?
-       Los planes para dentro de tres semanas.
-       ¿Qué? ¿Debo rogarte?
-       No estaría mal…
-       Bueno, ¡dale!
-       Iremos de viaje a Europa. Haremos un recorrido por Italia y parís.
-       ¡Qué lindo!
-       Y luego nos vamos a acomodar en Londres, mi lugar.
-       Con tu familia ¿verdad?
-       Algo así.
-       Explícate. 
-       Pues, ahora vivo solo pero sí, conocerás a mi madre y hermana.
-       No sabía de tu hermana ¿Cómo se llama?
-       Beatriz pero yo le digo Bea. Tiene dos años menos que yo y es muy protectora, quizá más que yo.
Se hizo de noche y no tuvimos mejor idea que comer pizza. Luego de eso me cepillé los dientes, cerré la puerta de mi cuarto, me coloqué el piyama y me acosté en la cama a leer. Iba por la página ochenta y dos cuando tocaron en mi puerta.
-       Adelante – contesté y vi a Jamie aparecer.
-       ¿Puedo pasar?
-       Si – casi sonrío.
Quiero saludarte antes de dormir – dijo y se agachó, colocó so mano en mi rostro y me observó por unos segundos – no tienes idea cuanto te soñé – “yo también” quise responderle luego de que besara mi frente – Descansa

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas Gracias por leer mi blog!