Fue de esas noches en las
que - aparentemente – no se sueña nada. Tenía ganas de dormir por lo que me
daba vuelta cambiando posiciones hasta encontrar una en la que sentirme cómoda
pero me dolía la espalda y todo me incomodaba. No pude dormir, por lo que
decidí levantarme y darme una ducha. Elegí usar un vestido bordó que mamá me
había regalado para celebrar la Noche buena del año anterior. Abrí el armario y
busqué mis zapatos favoritos que eran unos Oxford que papá compró en Estados
Unidos hace unos años cuando viajó por trabajo. Papá era doctor y me gustaba
eso. Siempre ayudaba a las personas a estar mejor. A mí también me gusta ayudar
a las personas pero de otra manera. La sangre me impresiona y creo que jamás
podría ser doctora. Papá me dijo que a el tampoco le gustaba la sangre y esas cosas
pero que con el tiempo se acostumbró. De todas maneras, la medicina no es mi
primera opción, de hecho, ni siquiera es una opción en mi lista. Siempre quise
escribir un libro pero siento que todavía me faltan muchas experiencias por
vivir – además de que la “gran idea” no llegó aún.
Desayuné un tostado y un
café con dos cucharaditas de azúcar. Me sorprendió no ver a Jamie
acompañándonos pero no quise darle una pista – a mamá – de que me interesaba.
Terminé de comer, levanté las tazas y platos para después salir al patio. Jamie
estaba hablando con el guardián de mamá y se estaba riendo. “Tal vez el se
habría despertado antes” – pensé. Logró verme oliendo las flores del jardín y
se acercó a mí.
- Buenos días – dijo - ¿Cómo te despertaste?
- Bien, ya desayuné – hice una pausa – me
sorprendió no verte ahí.
- Soy de esas personas que no desayunan –
comentó.
- ¿Qué? ¡El desayuno es el alimento más
importante del día!
- Sé que es cierto pero por la mañana, cuando me
levanto, no me dan ganas de comer. Sólo desayuno cuando estoy en casa de mamá.
Ella hace un desayuno riquísimo con facturas caseras. Una madre siempre sabe
cómo ganarse el corazón de su hijo – dijo con orgullo y me pareció tierno.
- La quieres mucho ¿verdad?
- Cuido de mí cuando papá trabajaba. Yo se que en
tu caso fue al revés y que tu gran compañero de vida fue tu papá. Mamá ocupó
ese lugar en mi caso.
- Me gusta como hablas de ella. Estás orgulloso.
- Así debe ser ¿O me equivoco? – asentí.
- ¿Fue difícil crecer si ver seguido a tu papá?
- Un poco –admitió – pero siempre hacíamos video
llamadas y nos veíamos.
- Eso es lindo.
- Eso vas a hacer con tu madre durante los
próximos meses.
- Va a ser difícil… - comenté.
- Siempre lo es – hizo una pausa – pero estoy
segura de que puedes hacerlo.
- Gracias – sonreí.
Hasta ahora él no me dijo
más que palabras bonitas y de consuelo. Me pregunto si será siempre así. Mi tía
Maggie me dijo que los hombres son siempre así en un principio pero finalmente
terminas por conocerlos y - por lo general - te decepcionan. Puede que sea
cierto pero no creo que sólo se aplique a los hombres. Las mujeres también
podemos ser demasiado molestas.
Sujetó la guitarra de
mamá, se sentó y tocó un par de acordes. No sé muy bien que estaba tocando pero
era agradable al oído. Papá me había enseñado a tocar algunos acordes, los
suficientes como para componer un par de temas. Me gustaba tocar guitarra, era
otra de las pocas cosas que me tranquilizaban. Me gustaban mucho los
instrumentos, era buena tocando guitarra, bajo y batería invisible. Jamie
comenzó a cantar una canción que no conocía pero era hermosa. Me gustaba su voz
y sobretodo su acento británico. Era hermoso.
- Te he visto antes – lo interrumpí – en mis
sueños…pero cada vez que despertaba, tu cara se volvía borrosa.
- ¿Por qué dices que soy yo?
- Me di cuenta cuando te vi por primera vez. A
ese rostro ya lo había visto antes.
- Espero que esos sueños sean lindos. No me
gustaría que me confundieras con alguno de los ladrones de tu sueño – rió.
- Por supuesto que no pero tampoco eres un
príncipe azul en mis sueños. Lo normal ¿sabes?
Si supiera… Suelo soñar
que estoy con él riendo, cocinando, bailando el vals. A veces siento que me
canta y no siento vergüenza de escuchar lo que tiene para decir. Cuando me besó
aquella vez no fue un simple beso. Una parte de mi sintió algo porque aunque no
lo conozco, si lo hago.
La pasé muy lindo pero me
sorprendió que nadie recordase mi cumpleaños número diecinueve. Las últimas
cinco horas él me ignoró por completo y no entendí porqué. Estuve encerrada en
mi cuarto escuchando música con los auriculares puestos. Un poco de rock suave
me calmaba. Decidí que no iba a pasar mi cumpleaños así. ¡Debía disfrutarlo!
Tomé una ducha y elegí un pantalón de cuero y mi remera de The Cure. Mis botas
no podían faltar, eran parte de mi estilo. Me pinté un poco resaltando mis
pestañas y pinté mis uñas de negro. “Pareces una muerta” oí la voz de mamá en
mi mente y reí. “una muerta con onda” pensé. Busqué mi billetera y caminé a mi
restaurant favorito “Bistro bar”. Tenía la mejor comida, eso no era duda.
Siempre que salía afuera me gustaba pedir pastas rellenas. No hay nada más rico
que pastas caseras hechas por alguien que si sabe cocinar. Amaba a mamá pero nunca
hacía comida casera – excepto pizza.
Al legar oí a mi familia y
amigos cercanos gritar “Feliz Cumple”. Lo gracioso fue que todos estaban
vestidos formalmente y yo no. Me sentía un poco colgada pero no me importó. Luego
de saludar a Mara, Jenn, Nay y Shay, alguien reposó su mano en mi hombro. Giré
para ver quién era y ahí estaba él, vestido de traje. Se veía muy apuesto –
debo admitir. Me miró a los ojos durante unos segundos y no pude despegarme de
él. El azul de sus ojos hipnotizaba y creo que él lo sabía.
- Feliz Cumpleaños – dijo - ¿Quieres alejarte de
la fiesta un segundo? – susurró en mi oído y asentí.
Sujetó mi mano derecha y
me llevó al patio del local. Me di vuelta al sentir copas caer al piso. En
cuanto me di cuenta, Jamie me estaba colocando una cadenita de plata que tenía
un diamante pequeño color celeste.
- Oh Jamie, no tenías porqué – repliqué.
- Quise hacerlo – respondió – sé que es tu color
favorito desde siempre.
- Me encanta – dije y lo abracé.
De repente vi fuegos
artificiales en el cielo.
- ¡Qué hermosa noche! – exclamé.
- Si, lo eres – dijo y noté lo que dijo segundos
después.
Me miraba
y tuve el impulso de también hacerlo. Decididamente, lo hice. Colocó su mano en
mi rostro y miro mis labios.
- ¡Prima! ¡Debemos pedir la comida!
Sujeté el brazo de Jamie y
nos dirigimos dentro del restaurant. Pedí ravioles de ricota con mucha salsa y
queso. La mayoría de los invitados comieron carne al horno con papas o pollo
con ensalada. Para mi desgracia, él, estaba sentado en la otra punta de la mesa
pero las miradas iluminaron aquella noche incluso más que las luces del
restaurant. Comenzaba a ponerme roja como un tomate – o al menos eso creía. Al
finalizar la cena, nos dividimos en grupos y volvimos a casa. Jenn, Nay y Shay
saldrían a bailar. Mara prefirió ir a casa conmigo a leer el libro que le había
prestado mamá. Mamá condujo a casa. A su lado se sentó Bill, su guardían. Atrás
íbamos Jamie, Mara y yo.
Llegamos a casa y decidí
ir a la habitación a leer un poco.
- ¿Es joda? – dijo Mara – es la noche de tu
cumpleaños y hay alguien que está dispuesto a pasar un rato contigo ¿y tú lo
desperdicias estando en tu cuarto?
- Hay algo que debo hacer… - respondí y me escapé
de mi pieza sin hacer demasiado alboroto.
Llegué al patio, donde
estaba Jamie fumando un cigarrillo. Al verme lo apagó.
- Pensé que ibas a hablar con tu amiga.
- Tenía otros planes – dije y lo besé.
Colocó sus brazos
alrededor de mi cintura y juro que quise que esos segundos fuesen eternos.
Alejé mi rostro un poco y reí. El me siguió la corriente. Mara – que estaba en
la habitación – decidió poner un cd a todo volumen. Y escuchamos “Lovesong” de
The Cure por Adele. Volví a reir mirando al suelo y él me ofreció su mano. Noté
que quería bailar y eso hicimos. Me di cuenta que esto era incluso mejor que
mis sueños porque era real. Besé sus labios una vez más y me acerqué a la
puerta de mi habitación. Una vez allí volví a saludarlo con la mano y entré.
Mara bajó el volumen de la música y se sentó en el sofá.
- Ahora sí que tu cumpleaños será inolvidable –
comentó.
Aunque no
habíamos hablado de él, ella sabía. Con tan sólo mirarla ella sabe en lo que estoy
pensando, es así con nosotras. Nos conocemos hace demasiado tiempo y sabemos
cómo somos a la perfección. Me vio e instantáneamente notó que él me
interesaba.
Le conté
que iría de vacaciones a Europa con Jamie y viviría unos meses en Londres.
Decidimos que hablaríamos por skype varias veces al día.
Apagué la
luz y me acosté. No podía dejar de sonreír pensando en todas las cosas que
habían sucedido.
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